sexta-feira, 1 de maio de 2009

La Teologia de la Liberación

Padre Brian Moore.

Origen y fuentes

Cuando los marxistas comprendieron que era mejor servirse de la Religión que combatirla, comenzaron a eliminar el clero ortodoxo y a reemplazarlo por sus agentes. Esta obra se debió principalmente a Stalin.
Al ver que tenía cierto éxito, el marxismo buscó servirse de la Iglesia también en Occidente. Pero no era tan fácil infiltrarse en el clero católico; por esta razón se comenzó trabajando con el protestantismo. El camino estaba ya preparado porque algunos pastores protestantes eran simpatizantes del marxismo, y en Alemania, Suiza y Austria estaban vinculados a movimientos socialistas.
Entre ellos hemos de citar especialmente a uno: Karl Barth, suizo, que es el más importante entre los teólogos protestantes marxistas y tal vez haya sido el primero que impuso la idea de que Cristo y Marx coinciden en la construcción de la “sociedad del futuro”.
Siendo vicario en Ginebra, ya evidencia un gran interés por la doctrina y la práctica marxistas. En 1915 se afilió al partido social-demócráta suizo. En realidad, era “más papista que el Papa”, esto es, más radical que Lenín. Veamos su pensamiento sobre el Estado: “Nosotros combatimos el Estado de una manera radical y fundamental. El Estado actual no puede ser mejorado. La violencia de la injusticia desde arriba debería ser reemplazada por la violencia de la irrupción de la justicia desde abajo. El Estado concreto, es decir, la sociedad burguesa, es la quintaesencia del mal; en vano se espera su desaparición, es menester destruirlo pues es una organización sistemática del uso de la violencia por una clase contra otra, por una parte de la población contra otra” (Georges Casalis, Théologie et socialisme: l’exemple de Karl Barth, en la revista Etudes théologiques et religieuses, nº2, 1974, págs. 162-163).
Es decir, que en esto Barth sigue el mesianismo talmúdico de Marx: los judíos, pueblo perseguido, buscan liberarse de sus opresores; el proletariado, al liberarse no sólo se libera a sí mismo, sino también a la burguesía que deja por lo mismo de ser opresora.
Barth era ingenuo idealista que amaba realmente a las clases bajas, pero que no se daba cuenta cabal de que para Lenín la revolución, “la dictadura del proletariado”, era solamente un método para imponer su propia dictadura por el terror.
Barth llega a identificar la futura sociedad socialista con la comunidad escatológica cristiana. Y en este sentido utiliza un hermoso pasaje de San Pablo: “La creación está aguardando con ardiente anhelo esa manifestación de los hijos de Dios; pues si la creación está sometida a la vanidad, no es de grado, sino por voluntad de aquel que la sometió; pero con esperanza, porque también la creación misma será liberada de la servidumbre de la corrupción para participar de la libertad de la gloria de los hijos de Dios. Sabemos que ahora la creación entera gime aún, y a una está en dolores de parto. Y no tan sólo ella, sino que asimismo, los que poseemos las primicias del Espíritu, también gemimos en nuestro interior, aguardando la filiación, la redención de nuestro cuerpo. Porque en la esperanza hemos sido salvados; mas la esperanza que se ve, ya no es esperanza; porque lo que uno ve, ¿cómo lo puede esperar? Si, pues, esperamos lo que no vemos, esperamos en paciencia” (Rm. 8: 19-25).
Por todo ello, “un verdadero cristiano, tiene que ser socialista, y un verdadero socialista, cristiano”.
¿Quién es Dios para este teólogo? Dios es el contenido de la revolución; su fuerza explosiva, libertadora. Esta fuerza otorga a la vida humana el sentido y dignidad.
Una tal postura es realmente grotesca, pero se entiende a la luz de la filosofía kantiana y hegeliana, que se basan en la praxis (acción) y no en el ser, como lo hace la filosofía escolástica.

El Consejo Mundial
de las Iglesias

Esta agrupación nació en Amsterdam en el año 1948. Reúne unas 300 confesiones protestantes y cismáticas. Ha sido desde sus orígenes promarxista. He aquí algunos hechos que confirman esta tendencia:
- su acción directa para la concreción formal del diálogo marxista-cristiano a nivel mundial:
1954, asamblea celebrada en Praga, comienzan los contactos entre los dirigentes comunistas y los del Consejo; 1965, simposio internacional de cristianos y marxistas en Suiza; dos encuentros más de idénticas características en la misma década; en la misma época ingresa al C.M.I. el Patriarcado de Moscú que, como ya hemos dicho, trabajaba por el gobierno.
- Búsqueda del reconocimiento del gobierno de China Popular por parte de EEUU.
- Campaña de «ayuda a desertores norteamericanos de Vietnam” (fondo pecuniario).

En lo que hace a Hispanoamérica y refiriéndonos siempre a la actuación de los protestantes, citaremos dos ejemplos:
1º) Emiliano Castro, pastor metodista uruguayo, Secretario general del C.M.I. En 1964 viajó por la URSS, Checoslovaquia y Alemania Oriental, invitado por los respectivos gobiernos. Ese mismo año participa del denominado “Congreso del Pueblo”, organizado por el partido comunista en Montevideo. Cuatro años más tarde, vuelve a la URSS para participar de un homenaje a Luther King, organizado por los comunistas. Finalmente, tuvo que huir del Uruguay por estar implicado en el asesinato de un profesor.
2º) José Miguel Bonino, pastor metodista argentino. En 1972 participó como teólogo en la Comisión Asesora del Primer Encuentro Latinoamericano de cristianos por el socialismo, realizado en Chile. Allí presentó su trabajo “Los marxistas cristianos”. En 1980 participó del IV Congreso Internacional Ecuménico de Teología del Tercer Mundo, en San Pablo, donde acudieron los principales “ideólogos de la liberación”.
Hasta aquí, las fuentes no católicas de la Teología de la Liberación.

Nacimiento en el catolicismo

“El momento favorable para la infiltración marxista en la teología católica llegó durante el Concilio Vaticano II cuando esta teología empezó a tolerar en su seno la así llamada “nueva teología”, que concentra su atención en el hombre y no en Dios. Además, el proceso de infiltración del marxismo en la teología católica resulta, al mismo tiempo, facilitado por la influencia en el ambiente católico del neoprotestantismo y del neomodernismo, reforzados también por el progresismo. Una ayuda muy efectiva en favor del marxismo vino de parte del ecumenismo, pues éste facilitó los contactos entre la teología católica y la teología protestante ya marxistizada” (Miguel Poradowski, La Teología de la Liberación, Ed. Quijote, Buenos Aires, 1985, pág. 40).

Para el padre Poradowski, la “Teología de la Liberación” es hija legítima de la “Iglesia conciliar”; de su pseudo-teología, su ecumenismo, su antropocentrismo.
La causa última, es entonces, la crisis en la Iglesia.
Lo que da pie, según algunos, a esta “teología” es el fracaso del Plan de Desarrollo lanzado por Kennedy.
Y la ocasión en que toma cuerpo esta ideología (este es el nombre que le corresponde) es la Segunda Conferencia Episcopal Latinoamericana, celebrada en Medellín en 1968. El primer libro que sirve como “biblia” de esta gente es el del peruano Gustavo Gutiérrez: Teología de la Liberación, publicado en 1971.

Principales representantes

Muchas son las obras que se han escrito al respecto; citaremos sólo algunas, entre los principales autores: la ya mencionada de Gutiérrez; Opresión-Liberación, de Hugo Assman, Montevideo, 1971; Libera a mi pueblo, de Alex Morelli, México-Buenos-Aires, 1971; Jesús Cristo Libertador, de Leonardo Boff, Petrópolis, 1972; Elementos para una evangelización libertadora, de Rafael Avila, Salamanca, 1971; Nueva conciencia de la Iglesia en América Latina, de Rolando Muñoz, Santiago, 1973; varios ensayos y artículos de Juan Luis Segundo.

Podemos decir que casi cada país de Latinoamérica tiene un propagandista de la Teología de la Liberación.

También hubo -hay- diversos grupos de sacerdotes que participan de las ideas marxistas de la ideología de la liberación. Así, por ejemplo, Sacerdotes para América Latina, en Colombia, Movimiento de sacerdotes para el Tercer Mundo, en Argentina; Cristianos por el socialismo, en Chile; Organización Nacional Independiente de sacerdotes, en Perú; Movimiento de reflexión sacerdotal, en Ecuador; Sacerdotes para el pueblo, en Méjico, etc.

Su doctrina

Partiendo de una mala filosofía y peor teología, sacan pésimas consecuencias.
A) Primacía de la ortopraxis sobre la ortodoxia. Según la doctrina perenne de la Iglesia, la Teología es la ciencia de Dios. La función del teólogo es la de contemplar la Verdad; utilizando como instrumento la filosofía escolástica, especialmente a Santo Tomás, escudriñar la Revelación para, siempre bajo la guía del Magisterio y el sentir de la Tradición, enseñarla luego a los cristianos.
Para los teólogos de la liberación, en cambio, no se trata de deducir consecuencias de los principios de la Verdad revelada, sino que el teólogo debe analizar la realidad histórica y, a partir de ella, forjar su teología. De esta manera, la insondable sabiduría divina queda atada a la estrechez del intelecto humano y a los avatares de la historia. Evidentemente, aquí los guías no son ya los filósofos realistas y el Magisterio de la Iglesia, sino los idealistas Kant, Hegel, etc., maestros de los ideólogos marxistas.
B) La Iglesia. Según estos ideólogos, no hay necesidad de pertenecer a Ella para salvarse; o, si se quiere, todos los hombres forman parte de Ella, aun sin saberlo...
Consideran a los obispos y a los sacerdotes que quieren mantenerse fieles al Magisterio de la Iglesia como parte del Régimen. Así dice Gutiérrez: “El hombre latinoamericano en la lucha revolucionaria se libera de una manera u otra del tutelaje de una religión alienante, que tiende a la conservación del orden”.

C) Evangelizar. Para ellos es el hacer tomar conciencia a los oprimidos de su condición de tales.

D) Manipulación de las Sagradas Escrituras y de la Santa Liturgia. Es decir, de las cosas más sagradas que tiene la Iglesia. Así, por ejemplo, en cuanto a las Sagradas Escrituras, el Exodo pinta para ellos la liberación de un pueblo oprimido, símbolo de la liberación de los pobres de las garras de la burguesía. De manera similar, Nuestro Señor Jesucristo, es un libertador político de la opresión romana, el Magnificat es un himno a la liberación: “derribó a los poderosos de sus tronos”.
Respecto a la liturgia, la Eucaristía es el banquete fraterno del cual pueden participar sólo aquellos que viven en situación de opresión y que luchan por la misma causa.
E) Las virtudes teologales. Fe en el hombre, que es quien constituye su futuro. Esperanza terrena; finalmente el pueblo oprimido triunfará sobre sus opresores y tendrá lugar el paraíso en la tierra. Caridad a su manera; Gutiérrez dice sobre el amor a los enemigos: “Hoy en el contexto de la lucha de clases, amar a los enemigos supone reconocer y aceptar que se tiene enemigos de clase y que hay que combatirlos. No se trata de no tener enemigos, sino de no excluirlos de nuestro amor. Pero el amor no suprime la calidad de enemigos que poseen los opresores ni la radicalización del combate contra ellos. El amor a los enemigos, lejos de suavizar las tensiones, resulta así cuestionando el sistema y se convierte en una fórmula subversiva”.
Para él, “amar a todos los hombres no quiere decir evitar enfrentamientos, no es mantener una armonía ficticia. Amor universal es aquel que, en solidaridad con los oprimidos, busca liberar también a los opresores de su propio poder, de su ambición, de su egoísmo (...) Pero a esto no se llega sino optando resueltamente por los oprimidos, es decir, combatiendo contra la clase opresora. Combatir real y eficazmente, no odiar” (José Luis Illanes, Progresismo y liberación, De. Universidad de Navarra S.A., 1975, pág. 358).

El Magisterio

Antes que Roma, fueron los Episcopados latinoamericanos los que dieron la voz de alarma contra la Teología de la Liberación. Vamos a citar tres ejemplos:

1º) Declaración del Episcopado Argentino, del 12 de agosto de 1970, donde se condena las actividades del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo.

2º) Documento de la Conferencia Episcopal Chilena, titulado Evangelio, Política y Socialismos, donde se advierte sobre los peligros de la convergencia marxista-cristiana.

3º) El documento de la XXXII Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano Identidad cristiana en la acción por la justicia, del 21 de noviembre de 1976.
En este documento se denuncia el intento de “potenciar el Evangelio con la dialéctica marxista”, “convertir la fe en praxis revolucionaria” y “reducir la Iglesia a una simple asociación de personas que luchan por la justicia”.
El Vaticano publicó dos documentos: uno que sería la condena de la pseudo-teología de la liberación, y otro que buscaría trazar los lineamentos principales para una teología de la liberación ortodoxa.
El primero data de 1984 y se titula Libertatis nuntius, Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación. El otro es la Instrucción sobre la libertad cristiana y liberación, y es del 22 de marzo de 1986.
Se nos excusará de no comentar estos documentos dados por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, para no alargarnos en este artículo.
Sólo diremos que añoramos la claridad meridiana de las Encíclicas de antaño.
En verdad, uno se queda sorprendido al leer los documentos actuales de la Santa Sede, porque supuestamente hoy en día se habla para el pueblo, para los laicos comprometidos, y nosotros, que hemos hecho algún estudio teológico, nos quedamos perdidos en la bruma de un lenguaje abstruso.
La última intervención del Vaticano, de la cual tengamos noticia, en el sentido de una condenación de esta pseudo-teología tuvo lugar por el discurso del Papa Juan Pablo II en la reunión de los Episcopados latinoamericanos en Santo Domingo, con ocasión del glorioso V centenario de la Evangelización de América.
Queremos aclarar que no participamos de todas las afirmaciones contenidas en los documentos supra citados menos aún de sus ambigüedades.
Pero sí encontramos en ellos, de una manera más o menos explícita, condenada la penetración marxista en el seno de la Iglesia a través de la Teología de la Liberación.

Remedios

1º) Restauración de la Iglesia. La teología de la Liberación es un problema de índole sobrenatural, no político. Por un lado, las autoridades romanas deben tomar medidas serias, efectivas, definitivas, para acabar con este veneno que destruye la Iglesia de Hispanoamérica. No sirve de nada dar un documento condenatorio, si se deja actuar libremente a los sacerdotes que propagan ideas marxistas y, los que es más grave aún, se deja en sus puestos a obispos que sostienen tales ideas.
Por otro lado, se debe impartir una buena enseñanza en los seminarios, para que el futuro sacerdote tenga una visión sobrenatural de las cosas.
Además, cada cristiano tiene aquí su parte:
* el sacerdote debe ser el hombre de Fe, por lo tanto, debe confiar en la Divina Providencia cuando contempla situaciones de injusticia, cuando ve la miseria en la que viven ciertas personas. De otro modo, ciertamente tratará de solucionar las cosas a su manera y por medios que no son cristianos. Muchos santos, antes que se conociera el marxismo, han trabajado en favor de los menesterosos.
* los pobres deben cultivar la Esperanza; saber aceptar su condición, no rebelarse contra Dios ni vivir embebidos de odio y rencor hacia los que tienen más que ellos. Ser pobre no implica ser salvo; si el pobre lleva resignadamente su condición (como un enfermo u otro desventurado), entonces sí podrá obtener de esa condición grandes méritos. Será una vía segura para imitar a Aquel que no tenía donde reclinar su cabeza.
* todo cristiano debe practicar la Caridad. La Sagrada Escritura nos invita frecuentemente a no cerrar nuestro corazón frente a la necesidad de los que nos rodean. En el Antiguo Testamento se habla de los pecados que claman al cielo, y entre ellos la opresión del pobre y la defraudación del jornal al trabajador. Nuestro Señor nos narra la parábola del rico Epulón y el pobre Lázaro, nos aconseja que nos hagamos tesoros en el cielo con la inicua riqueza y nos advierte que seremos juzgados por nuestras obras de misericordia (tuve hambre y me disteis de comer...). El apóstol Santiago recuerda severamente a los ricos sus deberes, y San Juan nos dirige estas tajantes palabras: “Quien tiene bienes de este mundo y ve a su hermano padecer necesidad y le cierra sus entrañas, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él? Hijitos, no amemos de palabra y con la lengua, sino de obra y en verdad”.
Hay que remitirse siempre a las grandes Encíclicas que forjaron la Doctrina Social de la Iglesia, como por ejemplo Rerum Novarum, de León XIII y Divini Redemptoris, de Pío XI, donde se condena el comunismo. Es de notar que en los documentos actuales del Vaticano, rara vez encontramos referencias al Magisterio anterior al Concilio Vaticano II.

2º) La acción armada. La Teología de la Liberación no es sólo una ideología, sino también y sobre todo una praxis, y por cierto no una acción pacífica. Por lo tanto, compete a las fuerzas armadas de seguridad de nuestros países defender de las agresiones de que es víctima el pueblo, por el cual supuestamente luchan los libertadores.

3º) Finalmente y para terminar, nosotros vemos en la Teología de la Liberación el cumplimiento de la profecía de Nuestra Señora de Fátima: “Rusia esparcirá sus errores”. Por ello, el golpe definitivo será dado cuando tenga lugar la consagración del mundo y de Rusia al Corazón Inmaculado de María con todas las condiciones puestas por Nuestra Señora.
Roguemos insistentemente para que llegue ese día en que una vez más la Virgen poderosa como un ejército en orden de batalla, la vencedora de todas las herejías, aplastará la cabeza de la serpiente infernal.
Finalmente mi Corazón Inmaculado triunfará.

Fonte: Stat Veritas

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